domingo, 29 de mayo de 2016

9no. domingo de tiempo ordinario

Lucas 7:1-10

Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaúm. Vivía allí un capitán romano que tenía un criado al que estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado. Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:

—Este capitán merece que lo ayudes, porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.
Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado.Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace.»
Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:
—Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
10 Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.

Reflexiones, ... sobre el jueves de Corpus Cristi:
José Antonio Pagola (leer)  Hermann Rodríguez, sj. (leer)

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